El dato: El cerebo de Albert Einstein fue extraído por el patólogo que realizaba su autopsia y posteriormente dividido en más de 200 trozos con intención de repartirlos entre algunos de los científicos más importantes de la época para su estudio. No se sabe realmente qué pasó después. Se supone que algunos de los fragmentos sí llegaron a su destino, pero en su mayor parte el cerebro estuvo más de 20 años sumergido en alcohol y repartido en varios botes en casa del patólogo que realizó la autopsia.